Vivimos el cambio más descomunal de la historia y, sin embargo, algunos políticos permanecen atados a ideas del pasado. Las conductas de las sociedades hoy son inestables y más libres. Los electores no son de nadie y las opiniones que más pesan son las del entorno físico y virtual. En muchos países hay más celulares que habitantes y esos dispositivos están democratizando el conocimiento, ponen el mundo al alcance de la mano. Entonces, cuando los analistas políticos enfocan su estudio en porcentajes de encuestas y datos duros, olvidan preguntarse: "¿Y dónde está la gente?" "¿De qué conversa?" "¿Qué escucha con sus auriculares caminando por la calle?" "¿Qué elige mirar?". Cualquier youtuber famoso tiene más seguidores que cualquier político latinoamericano y en muy poco tiempo afloran líderes impensados, como Bolsonaro o Trump.