Ante la realidad de que las mujeres y los hombres, por razones biológicas y culturales, no somos iguales, Pilar Sordo escribe una verdadera reivindicación de la diferencia y la diversidad. Como géneros opuestos y complementarios, lo femenino y lo masculino representan en su contraste la riqueza de la experiencia humana. Reconocer las diferencias y sus aspectos más positivos es clave para el hallazgo de la armonía en la vida cotidiana.