Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha sentido la necesidad de forjarse un mundo ideal, dotado de un gobierno justo y en el que la vida discurriera plácidamente sin guerras, con el perfeccionamiento individual en el trabajo, en las artes, ciencias y en todo lo que contribuyera al progreso.
Esa Época dorada, que su recuerdo estuviera en el acervo romano o el "Paraíso Perdido" cristiano, lo plasmó Tomás Moro (1478-1535) en su obra Utopía (del griego, no hay lugar) nombre que ha quedado para designar algo inexistente o imposible de realizar.