Trece años atrás Joe King Oliver era un honesto agente de policía de Nueva York con una única debilidad: las mujeres. Inconsciente de que tenía poderosos enemigos en el Cuerpo, fue víctima de una trampa que lo condujo a la prisión de Rikers Island durante una temporada. Víctima de vejaciones pero también forzado a utilizar la violencia y abandonado por su esposa mientras cumplía condena, al recuperar la libertad su visión del mundo pasó a ser cínica y desencantada. Hoy ejerce de detective privado con la ayuda de su hija adolescente, la única que lo saca de su perenne soledad, y, visto que seguir las reglas y ser honesto no le fueron de mucha utilidad en el pasado, no duda en recurrir a métodos poco ortodoxos si lo cree conveniente.
Después de recibir una carta de una mujer confesándole que le pagaron por acusarlo de una falsa agresión sexual para meterlo en la sombra, Joe decide investigar qué excompañeros tramaron su caída y los motivos que les impulsaron a hacerlo. En paralelo acepta ayudar a un activista negro, conocido por su radicalismo político, sobre el que pende la pena capital al ser acusado de matar a tiros a dos policías en acto de servicio. Lo que nadie dice es que los agentes fallecidos trapicheaban con mercancías robadas, traficaban con drogas, explotaban sexualmente a jóvenes sin hogar e incluso asesinaban.