En un país donde se acusa al pueblo de no tener memoria, hay que recibir con sumo interés la propuesta que nos ofrece Roberto Peña Cid, la posibilidad de mirar a nuestro pasado, presente y futuro, con la frescura de quien se mira a sí mismo desde los ojos ajenos y carga esta mirada con el vistoso maquillaje de lo fantástico irrumpiendo en la realidad cotidiana, tomando de las propias calles y de la mente colectiva un mito moderno: la necesidad de sangre del exdictador, para darle una nueva forma que se entrelaza con la más rancia tradición de la literatura gótica, trayendo a las calles asuncenas y su gente el vaho de la Inglaterra victoriana, sus oscuridades y temores.
En este mito que se transforma en metáfora, el autor nos trae al presente la sombra de una dictadura que fue, ayudándonos, aunque sea metafóricamente, a tener presente que la libertad no es algo intrínseco en nuestra sociedad, pues la tiranía fue la norma. Hoy vivimos tiempos nuevos, una excepción que estamos obligados a cimentar como norma y para ello debemos rememorar, conocer y, ¿por qué no?, también temer lo que fuimos y no queremos volver a ser.
HUMBERTO TRINIDAD