Esta conspiración permanente alcanza su madurez con los Iluminados de Baviera, los racionalistas, y una muy singular manifestación con la Masonera Egipciana, los mágicos. El estudio de sus manuales, antecedentes de Los Protocolos de los Sabios, Ancianos o Presbíteros de Sin, es básico para entender los magnicidios y el terrorismo en general. Tras la Segunda Guerra Mundial, la impronta de los Protocolos sobrevive.
Lo hace, por ejemplo, en la llamada Red Gladio, la urdimbre terrorista vinculada a la OTAN para generar la denominada Estrategia de la Tensin, el terrorismo con bandera falsa. El autor explica que todo esto ha sido posible porque el masonismo crea organizaciones ideológicas que se presentan ante la sociedad como modelos de fraternidad filantrópica, pero lo cierto es que comparten fundamentos ideológicos con otras de carácter mágico.
La presente obra acaba mostrando la pervivencia de los Protocolos, que se demuestra, por ejemplo, en el llamado Plan para el Resurgimiento, creado en el seno de la logia masónica denominada P2 (Propaganda Due), un proyecto diseñado para Italia, del que seguro existen parangones aplicables al resto de los pases. Pero es que la conspiración permanente sobrevive. Su poder, que acta en nombre del progreso, del mundo feliz, cada vez nos impone en mayor medida el Nuevo Orden Mundial. Solo quien conoce su verdadera historia y su perversa metodología apuesta con fundamento por un mundo de hombres libres.