Ni golpes. Ni revoluciones. Lo que el país necesita es la calma política. Y el apego a la convivencia democrática es lo que debe motivar a los actores sociales a fin de encarar unidos el desarrollo integral de la nación, en un marco de legalidad y respeto al semejante. Visto está que los periodos de anarquía solo han generado pobreza, principalmente económica y cultural. O sea, han dificultado el proceso de avance hacia una sociedad civilizada. Ahora, cuando el Paraguay se apresta a cumplir doscientos años de vida independiente, es tiempo propicio para valorar la libertad que solo se puede consolidar con paz y armonía entre todos.