A comienzos de 1991, el mánager musical Danny Goldberg aceptó hacerse cargo de Nirvana, uno de los muchos grupos de rock de la escena musical "underground" de Seattle. En ese momento, Danny no tenía ni idea de que el líder de la banda, Kurt Cobain, se convertiría en un icono de la cultura popular con un legado a la altura del de John Lennon o Elvis Presley.
Danny trabajó con Kurt entre 1990 y 1994, los últimos cuatro años de vida del cantante. Fue testigo del éxito estratosférico de "Nevermind", que convirtió a Nirvana en la banda de rock más célebre del momento; asistió al encuentro y posterior boda de Kurt con la inestable pero brillante Courtney Love; al nacimiento de su hija, Frances Bean y, finalmente, a la lucha de Kurt contra la adicción a la heroína, que acabó en un devastador suicidio.