La actuación de los pretorianos estuvo marcada por el heroísmo y la traición. Su poder creció hasta convertirse en la llave de la política de Roma y no tardaron en aprovecharse de ello. Su preparación era la mejor, sus medios ilimitados y su capacidad no tenía igual. No existían soldados más diestros entre las tropas romanas.
Este es un relato épico sobre la guardia imperial, los guerreros seleccionados para proteger la integridad del Estado cuyo destino estaba en sus manos. Siempre preparados para neutralizar cualquier amenaza, quizá salvaron la vida a tantos emperadores como a los que se la arrebataron.