Para muchas personas alrededor del mundo el grafiti es una monstruosidad, porque les es extraño, desconocido y una obstrucción caótica ara la vida cotidiana organizada.
La desconexión del ciudadano común de la escritura en las paredes ha permitido la creación de leyes antigrifitis por políticos, convirtiendo a los escritores en delincuentes. Este libro presenta los mejores trabajos de los virtuosos que todavía pintan en las calles por el bien del arte y la libertad de expresión.