Anne Elliot nunca ha encajado del todo bien en el ambiente en que se mueve su familia, perteneciente a una aristocracia que ha perdido gran parte de sus riquezas, pero que mantiene todas sus pretensiones. Habiendo rechazado al hombre que amaba por seguir la opinión ajena, la muchacha ha consagrado su primera juventud a la contemplación de las costumbres sociales de su época, al cuidado de sus sobrinos y al altruismo.
Pero el tiempo parece enrostrarle cada vez más su equivocación, que ella no celebra y, sin embargo, acepta con estoicismo. Toda esta serena abnegación entra en crisis cuando retorna al escenario de su vida el capitán Frederick Wentworth. Esta vez, Anne deberá decidir por sí misma y ya no tiene margen para equivocarse.