Él no recuerda su propio nombre. No sabe de dónde proviene. No logra recordar cómo llegó a Berlín y cuánto hace que vive en la calle. Los sin techo con los que vagabundea por la ciudad lo llaman por el nombre tatuado que lleva en la palma de la mano.
La búsqueda de sus orígenes se convierte en un desafío para él y para toda la humanidad, porque él es el elemento principal de una conspiración que pone en peligro la vida en el planeta y ya se ha cobrado diez mil víctimas.