Todos tenemos fe en algo y en alguien. Todos creemos, estamos convencidos de algo. ¿En qué y en quién crees? Esta es una pregunta importante ya que tu vida se define por aquello en lo que depositas tu confianza.
Vivir por fe, contrario a lo que algunos creen, es cuestión de mentes superiores con criterio para hablar y actuar conforme a lo que realmente es certero, la Palabra de Dios. Creer es parte de nuestra esencia, es una destreza, un obsequio que debemos aprovechar porque para eso lo hemos recibido. No se trata de aleccionarte sobre una fe ciega sino de compartir el gozo que se experimenta al confiar plenamente en aquel que nos ha amado desde antes que naciéramos. De eso quiero hablarte, de una fe que fluye naturalmente como un río en el que puedes sumergite para que sus aguas te refresquen y revitalicen, del potencial de tu fe: el poder que puedes detonar al entregar tu potencial de fe a Dios.