Descarnados e íntimos, los versos que componen este libro nos invitan a alcanzar la soledad en plenitud para desenmascararla. Para entender cuándo no es amor y decir basta. Para salir de ese lugar de tristeza y culpa al que a veces nos condenamos: incomodarse hasta acomodarse. Hacerse cargo del mambo y dejarlo florecer hasta que haya tomado toda la casa.
Desvincularse del romanticismo para humanizarlo todo, entender la ausencia, convertir esa ausencia en una parte indisoluble de nuestra poesía y esa poesía en nuestra verdad. Esta etapa del proceso es una metamorfosis entre la taquicardia y la calma que anteceden ese «basta». «Ojalá que la libertad también me extrañe cuando me pierda». «Dije todo renuncié a todo me enojé con todo y me enamoré de todo y ahora mi cama es un planeta».