Vicky está atrapada en sus recuerdos, no puede superar la muerte de su hermano ni el abandono de su novio. Se siente frustrada y ahogada en una sensación de vacío que no sabe cómo llenar.
Su vida no ha sido sencilla, ha pasado la adolescencia sumida en la adicción a las drogas. Con veintitrés años, luego de un intento de suicidio y todavía internada en una clínica de rehabilitación, intenta juntar sus piezas y reinventarse antes de regresar al mundo real.
Alexandre es un joven brasilero con mucho carisma, trabaja como voluntario en el centro de rehabilitación e intenta infundir a los internos sus ganas de superación y su fe. A Vicky no le cae nada bien, le parece hipócrita y engreído, además del hecho de que ella no cree en nada, pero su amiga le insistirá tanto para que la acompañe a sus charlas, que terminará por ir, aunque al principio no pondrá nada de sí.
Sin embargo, él parece tener respuestas, y ella, demasiadas preguntas.