Duarte ha llevado a cabo una extensa investigación en los archivos nacionales y en el Vaticano y otras bibliotecas principales y repositorios documentales en el Paraguay y los Estados Unidos. También ha conducido una revisión completa de la literatura secundaria. El resultado es un estudio animado, útil y sobre todo informativo de las relaciones Iglesia-Estado desde la Independencia de 1811. Me atrevo a decir que los lectores que han aprendido algo sobre el liderazgo de la Iglesia paraguaya de los siglos XIX y XX tendrán que ajustar sus opiniones en consideración a lo que Duarte ha escrito. Pero, antes que nada, querrán consultar el libro en forma regular, porque está destinado a ser indispensable.
Ahora, para ser justo, no es claro para mí qué pudo haber inspirado al doctor Duarte a escribir este volumen. Si él es como yo, debe haberse mirado profundamente en sí mismo para tomar una medida de lo individual, tratando de comprender qué significa lo colectivo en esta edad curiosa de hoy. Tal vez, la ansiedad sobre el alma del hombre moderno haya jugado un papel en su pensamiento y sería raro si fuese lo contrario.
Muchos de nosotros en esta era de prosperidad material y vacío espiritual nos encontramos alcanzando algo que es más grande que nosotros mismos. Dios está muerto gritó Nietzsche, no deambulemos a través de un vacío sin fin. Si proclamando así la muerte de la divinidad, el gran filósofo alemán resumió el enigma de su tiempo y del nuestro, parecería que cuando se nos pide elegir entre un materialismo árido y la clase de fe que induce a los hombres a volar aeroplanos contra rascacielos y creer que es un acto correcto, ciertamente, debe haber algo entre estos dos extremos.