Un viernes 13 de agosto a las tres menos cuarto de la tarde, el narrador, un niño de trece años, se enamora de su prima Layli. Estamos en Teheran a principios de la década de 1940 y el joven enamorado y varios de sus parientes viven en casas construidas en la misma parcela. El cabeza de familia es un anciano, hermano de la madre del narrador, al que todos llaman el Querido Tío Napoleón porque está obsesionado con el militar francés.
Sin embargo, el padre del narrador no aguanta los aires de grandeza que se da el Querido Tío Napoleón y pronto ambos se pelean. El joven protagonista trata de reconciliarlos para así poder estar más tiempo junto a Layli, pero no tiene éxito. Para colmo de males, se entera de que el Querido Tío Napoleón tiene intención de casar a Layli con Puri, un primo de la chica.
Al Querido Tío, que empieza a creerse que es Napoleón, le entra el pánico cuando los ingleses
invaden Irán, pues cree que le encarcelarán a él igual que hicieron con su ídolo. Con la llegada de los ingleses todos los que estaban haciendo el servicio militar en Irán son licenciados; Puri vuelve a casa y descubre cartas de amor que el narrador ha intercambiado con Layli, burlándose de él. El narrador, enfadado, le propina una patada en la entrepierna. Puri pierde un testículo y, eso por supuesto, retrasa la boda.
Pero el Querido Tío está cada vez peor. Su manía persecutoria empeora y con ella, su salud. Creyendo que le queda poco tiempo de vida, manda que se celebre la boda de Puri y Layli. El narrador se enterará a través de Asadollah, su mejor amigo, en una escena final de que destila ternura y que simboliza el paso de la dulce niñez a la difícil edad adulta.