En junio de 2011, Susan Spencer-Wendel supo que padecía de esclerosis lateral amiotrófi ca o ELA la enfermedad de Lou Gehrig, una afección irreversible que destruye sistemáticamente los nervios que van a los músculos. Tenía cuarenta y cuatro años, un marido abnegado y tres hijos menores de edad y solo le quedaba un año de salud.
Susan decidió vivir aquel año con alegría. Renunció a su trabajo como periodista, dedicó tiempo a su familia e hizo construir un lugar para reunirse con sus amigos en el jardín de atrás de su casa. Además, emprendió siete viajes con las siete personas más importantes de su vida. También escribió este libro, y lo hizo tecleando en su iPhone letra por letra solo con el pulgar derecho, el único dedo válido que le quedaba. Mariposas bajo la piel no es un libro airado ni amargo. Tiene partes tristes no podría ser de otra manera, pero rebosa del optimismo y del sentido del humor de Susan.
Desde el aparcamiento del Burger King en el que lloró después de su diagnóstico hasta una fuente termal rodeada de nieve cerca del Círculo Polar Ártico, Mariposas bajo la piel no solo es el regalo inolvidable de Susan a sus seres queridos un testimonio entrañable de sus últimas experiencias juntos, sino una ofrenda para todos nosotros: un recordatorio de que todos los días son mejores cuando los vivimos con alegría.