La luna eclipsó al sol.
Yo era el satélite fresco; él, un astro cálido, y la tierra, un testigo mudo.
Hay muchas razones para este fenómeno, pero la que yo elijo y la que más me gusta creer es que, hasta que nuestras miradas se cruzaron aquel día lluvioso, no nos habíamos dado cuenta de que vivíamos en la oscuridad.
No todas las decisiones son fáciles, menos si son resultado de la culpa y el dolor. Para Sara nada volvió a ser lo mismo desde la muerte de su madre. Y como si aquello no bastara, tuvo que mudarse a una nueva ciudad, incluso a otro país.
Sara ansía escapar de todo aquello que le aflige, y cuando menos se lo espera, aparecen en su nueva escuela tres alumnos desconcertantes. Uno de ellos, Luca, le genera emociones inesperadas y contradictorias, y aunque lo eviten, ambos avanzarán hacia lo desconocido..., sin imaginar que no existe marcha atrás.