Los economistas tienen mala fama. No sólo se asume que todo el mundo es interesado y amoral sino que casi siempre son absolutamente partidarios de la economía de mercado. De ahí que la mayoría de la gente que no comparte esas ideas tienda a ignorar cualquier cosa que le diga un economista.
Quienes saben poco del tema - el contribuyente medio y la mayoría de los políticos y periodistas- hablan a diario basándose en ideas preconcebidas y falsas. Pero incluso para la gente más preparada, la economía es un campo minado de falacias y errores.