Tom Morris recuerda haber visto pasar un carromato de aspecto antiguo junto a su coche, en New Haven, Connecticut, hace años, cargado de residuos nucleares, justo antes de hallarse repentinamente provisto de poderes filosóficos. Esto es verdad de la buena, aunque él sería el último en replicar: "Post hoc ergo propter hoc" (puro latín, claro. Es el nombre de una falacia famosa, que significa, por si alguien se lo pregunta: "después de esto, por tanto, debido a esto"), sobre todo porque casi nadie entendería lo que estaba diciendo. Según un buen número de cálculos, Tom es el filósofo público más activo del planeta, capaz de hablar a más personas sobre la sabiduría de los tiempos que cualquier otro filósofo desde los días de Ralph Waldo Emerson.
Aporta perspicacia filosófica regularmente a cientos de miles de personas en enormes salas de convenciones de todo el territorio de Estados Unidos y, tras haber escrito muchos tomos académicos, también ha sido autor de libros tan populares como Making Sense Of It All, True Suc-cess, Si Aristóteles dirigiera General Motors, Philosophy for Dummies, The Art of Achievement, The Stoic Art of Living y el reciente Si Harry Potter dirigiera General Electric.