La acción se inicia en otoño de 1871 una fortuna de 525 millones de francos, el patrimonio procede de un tío lejano que sirvió en el ejército colonial inglés y que desposó a una begún india.
Muertos el tío y la princesa sin descendencia, el buen doctor Sarrasin es el único heredero conocido, un hombre íntegro y cabal, entregado de lleno a la causa de la ciencia, no duda un instante en el destino que ha de dar a tan gigantesco patrimonio: construir una ciudad modelo, basada en principios rigurosamente científicos el doctor francés Francisco Sarrasin médico de provincia y notable investigador independiente y se interpone en la partición de la herencia otro científico un químico alemán, el doctor Schultze que demuestra tener el parentesco necesario para hacerse con la mitad de la herencia, ambos parientes mutuos emparentados en grado lejano a través de una francesa casada con antecesores del alemán.