Toño Azpilcueta pasa sus días entre el trabajo, su familia y su gran pasión: la música criolla. Una invitación para ir a escuchar a un guitarrista desconocido, Lalo Molfino, le cambia la vida. Ese personaje enigmático y de gran talento confirma sus intuiciones: su amor por los valses, marineras, polcas y huainos peruanos tiene una razón más allá del placer de escucharlos.
En un Perú fracturado y asolado por la violencia de Sendero Luminoso, tal vez la música criolla no sólo sea una seña de identidad de todo un pueblo y expresión de la huachafería («la mayor contribución del Perú a la cultura universal», según piensa), sino un elemento capaz de provocar una revolución social, de derribar prejuicios para unir al país entero en un abrazo fraterno y mestizo.
Es posible que el virtuosismo de Lalo Molfino tenga que ver en esto, así que Toño decide viajar a su lugar de origen, saber de su historia, de su familia y amores, de cómo se convirtió en guitarrista. Y se propone también escribir un libro en el que tratará esa idea que ha inoculado en su mente el descubrimiento de este músico extraordinario.