El conocimiento de esta amenísima y archiconocida gran colección de cuentos se inició en Europa con una versión muy incompleta del orientalista y diplomático francés Galland (1646-1715) a partir de un manuscrito árabe de origen sirio, al que añadió los que oralmente le transmitió un maronita de Alepo. El éxito fue extraordinario y contó con el beneplácito del omnipotente rey francés Luis XlV, en los últimos años de su reinado. Recordemos su argumento: El rey de Persia, Schahriar, convencido de la infidelidad de su esposa la mata y decide tomar cada noche una nueva cónyugue a la que al amanecer hará ejecutar.
La hija de su visir Schehrazada (o Sherezada) se ofrece voluntariamente al rey, a condición de que la acompañe su hermana menor, Doniazada (o Dinarzada) durante la noche. El rey acepta y a media noche, Doniazada suplica a su hermana que narre uno de los cuentos que ella tan bien sabe contar. Schehrazada consigue despertar el interés del rey por su relato, hábilmente interrumpido al llegar al amanecer, hasta el punto de postergar por un día la ejecución de la pena de muerte para poder oír el final de la historia, pero Schehrazada, sagazmente, empalma este con el comienzo de otro relato y así sucesivamente, se repite la nueva escena noche tras noche, hasta un total de mil y una, al final de las cuales el rey se arrepiente de su sanguinario propósito.