Ponemos todo nuestro empeño en educar a los hijos de una manera determinada, pero muchas veces el resultado conseguido es el contrario. Lo hacemos lo mejor que podemos, deseamos formarlos como personas felices, capaces de lograr las metas que se propongan; y, sin embargo, a medida que van creciendo, muchas veces los hijos culpan a sus padres de sus propios problemas.
Este libro analiza las causas de estas cuestiones. El autor propone un modelo educativo que contribuye a romper este círculo vicioso a través de una metodología tan sencilla como efectiva. Mediante un uso adecuado del lenguaje, aprenderemos a responsabilizar a nuestros hijos de sus propias decisiones, a darles seguridad, confianza, fortaleza y, sobre todo, les enseñaremos a sobreponerse a la frustración.
Además, este enfoque nos ayuda a conocer y comprender mejor a nuestros hijos y, de paso, a comprender mejor la comunicación con nuestra pareja y, principalmente, con nosotros mismos.