Cuando Mitch McDeere quedó entre los cinco primeros de su promoción en la facultad de derecho de Harvard, las ofertas de los mejores bufetes empezaron a llover de todos los rincones de Estados Unidos. El que eligió no era el más famoso pero sí muy respetado, y estaban dispuestos a satisfacer con creces los deseos de Mitch y su esposa: un sueldo que parecía multiplicarse, un BMW y una casa que jamás habría esperado poseer.
Sin embargo, en el trato se incluyeron también algunos términos inesperados: archivos intocables, micrófonos ocultos, la muerte misteriosa de algunos colegas y la evasión de varios millones de dólares. El FBI haría lo que fuese por destapar ese circuito de crimen y fraude. Y los socios del bufete también, pero por mantener a salvo sus secretos y los de sus clientes. Para Mitch, haber conseguido el trabajo de sus sueños puede suponer su peor pesadilla.