Un problema con las noticias suele ser el de la cristalización de los instantes: los hechos suceden y ya está. ¿De dónde vienen? ¿Cómo sigue todo? ¡Ah, no! ¡¡¡No nos pidan tanto!!! Rodolfo González Arzac es periodista y toma la decisión de no recordar las jornadas sangrientas, tristísimas del 19 y 20 de diciembre de 2001 solo como un helicóptero, una consigna y una cifra absurda de muertos, sino como un punto de
inflexión en la historia del país, un punto grueso pero a fin de cuentas parte de una línea y, sobre todo, hecho de muchos puntos más pequeños, de vidas que como nunca se acercaron a la muerte, al escalón
más bajo del existir.