Cuanto más ampliamos nuestras perspectivas, más rica es nuestra experiencia. Hace ya tiempo que los seres humanos superamos la idea de que sólo podemos vivir en la Tierra, y la voluntad emprendedora de muchos innovadores del siglo xxi ha empezado a desarrollar estrategias y tecnologías asombrosas que hacen del cosmos una nueva realidad vital y económica.
Las actividades espaciales están aumentando, tanto aquellas que son invisibles a nuestros ojos en la Tierra como las que comienzan a aparecer de noche en el firmamento. Pronto, todas las personas, las meras espectadoras o las directamente involucradas, empezarán a ser conscientes de los trabajos y progresos ultraterrestres. En especial, cuando el cielo se pueble de nuevas construcciones de fabricación humana, algunas de ellas perceptibles sin la necesidad de telescopio. Ésta es la naturaleza del progreso. Así es como creamos las redes y las torres eléctricas, los rascacielos y los túneles que atraviesan montañas, que nos han ayudado a suministrar energía a las casas, a dar cobijo a nuestras familias, a disfrutar de servicios y transportar mercancías. La evolución industrial del cosmos transformará la vida en todos los sentidos, no sólo en el científico o el comercial.