Una mañana, después de dejarle un mensaje en el contestador, el marido de Sara desaparece sin dejar rastro. Ella creía que Sigurd había quedado con unos amigos, pero ellos tampoco saben dónde está.
Para Sara, Sigurd miente; para la policía, la experiencia de Sara como psicóloga la convierte en sospechosa. Pero, cuando los detectives descubren que la vida de Sara está siendo vigilada mediante cámaras y micrófonos ocultos, se dan cuenta de que ni la verdad es tan obvia, ni la mente tan poderosa.