Lucrecia, la hija adolescente de Octavio González Miranda, el ministro del Interior del gobierno de Stroessner, conoce a Baltasar De La Sobera, el mejor partido disponible en la cerrada sociedad asuncena de la década de los setenta. Entre ellos se desata una pasión sin precedentes que puede interferir en los planes presidenciales del ministro, quien se siente el sucesor natural de uno de los últimos dictadores latinoamericanos. Apoyada en hechos históricos y narrada con un estilo muy personal, en La pasión de Lucrecia confluyen la política y la crítica social, atravesadas por la fuerza del amor y la ceguera de los fanatismos.