Una invitación a reevaluar los modos de pensar y actuar que se han anquilosado en nuestra convivencia humana y nos impide escucharnos.
Corrientemente usamos la referencia a lo objetivo de nuestras afirmaciones como argumento último para dar por ganada una discusión. Y no solo eso, sino que además con frecuencia acusamos de ilógico a quien no acepte lo que decimos. Pero, ¿existe acaso una realidad universal, que debe ser aceptada por todos? ¿O es que solo algunos tienen acceso privilegiado a la realidad, de tal forma que quien lo tiene, posee el poder para obligar a otro a aceptar como válido lo que dice?