Churchill fue el líder de guerra más grande de Gran Bretaña y, hasta 1940, la nación le había seguido de una manera extraordinaria. Pero a partir de entonces sostiene Max Hastings hubo una profunda división entre el dirigente y el pueblo británico hasta tal punto que, en 1942, su popularidad tocó fondo en medio de una sucesión ininterrumpida de derrotas en el campo de batalla. Algunos de sus colegas más cercanos se unieron para que abandonase su papel de director de guerra.
Hastings ofrece una nítida imagen del primer ministro en el triunfo y la tragedia, como cuando la impulsividad de Churchill amenazó con perder casi todas las tropas desplegadas en el noroeste de Francia. La unidad británica en tiempos de guerra se vio empañada cada vez más por los disturbios de los trabajadores, con muchas huelgas en las minas y las industrias. Hastings proporciona además nuevas perspectivas sobre el dirigente ingles basándose en la opinión de los soldados británicos, los civiles y los periódicos de la epoca, y condena algunas de sus acciones fallidas, como su intento de promover levantamientos de masas en la Europa ocupada y su "impensable" plan para liberar Polonia, que implicaba una ofensiva aliada contra los rusos.