«Respiré profundamente y escuché el antiguo reto de mi corazón. Soy, soy, soy.»
Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante.
Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse.
Esther -alter ego de la autora- se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.
Más de cincuenta años después de su publicación original, La campana de cristal se ha convertido en un clásico moderno, y las palabras de Plath, en la nueva traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, conservan todo su impacto. Esta obra icónica, como dice Aixa de la Cruz en el prólogo, «viaja al presente como una corriente eléctrica y nos interpela de tú a tú, sin mediaciones».