endemos a pensar que para ser empresario hay que tener capacidades extraordinarias, casi sobrehumanas. Que crear una gran empresa está reservado para genios como Steve jobs, dioses de los negocios como Amancio Ortega o para los que tienen un golpe de suerte como el de John Stith Pemberton, inventor de la Coca-Cola. Tendemos a creer que siempre es otro el que crea empresas de éxito.Y, generalmente, cuando alguno de nuestros allegados decide montar un negocio, como una frutería o una cafetería, tampoco lo vemos como un emprendedor, porque los"emprendedores"son los que montan negocios millonarios, los que tienen un don especial, los que hacen cosas raras y tienen ideas innovadoras... Con mi historia quiero desmitificar todo este engaño.