Una magnífica nueva entrega de la serie del comisario Salvo Montalbano, en la que Camilleri vuelve a demostrar la plenitud de sus facultades y su portentoso talento narrativo.
La explosión de un pequeño artefacto frente a un almacén vacío, en pleno centro de Vigàta, y la consiguiente investigación puesta en marcha por Montalbano y su equipo, precipita una serie de acontecimientos que se suceden de forma caótica y vertiginosa: pistas contradictorias, cartas anónimas, delaciones misteriosas... El comisario tiene la sensación de que alguien busca guiar sus pasos, confundirlo y manejarlo como si fuera una marioneta, alejándolo de la verdad de los hechos.
En paralelo, Montalbano traba amistad con su nueva vecina, Liliana, una mujer de rompe y rasga, cuyo marido se halla a menudo ausente por razones de trabajo. Y muy pronto iniciará con ella un juego de seducción más que comprometido. Realidad e ilusión se confunden, los crímenes investigados se tornan violentos y el comisario, consciente de encontrarse en un laberinto de reflejos, rememora la magistral escena de los espejos deLa dama de Shanghái, de Orson Welles. Al igual que en la película, deberá tener en cuenta que sólo una de las imágenes es la real. Montalbano se crece ante la dificultad, y desenreda finalmente la maraña haciendo gala de su finísimo instinto y su veteranía, sin perder nunca su irreverente sentido del humor. Esta vez, incluso Catarella acepta llevar a cabo una pequeña misión secreta nocturna, que en sus manos adquiere aires quijotescos.