Borges publica Inquisiciones en 1925, mucho antes de ser considerado una de las voces más importantes de la literatura mundial.
Sin embargo, en esos primeros ensayos se encuentra el repertorio de temas recurrentes en su obra posterior, especialmente en Otras inquisiciones (1952): el potencial literario de las ideas metafísicas, el yo como simulacro, las tradiciones hispánica y anglosajona, el criollismo, los cruces entre lectura y escritura, el idioma, el tiempo, los espejos.
«¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote, y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios.»