El padre de Sam tiene una enfermedad mental. Cree que le persiguen y oye voces. Por eso, y porque su medio de vida es el robo, no tienen un hogar y viajan de un lugar a otro llevando la casa a cuestas, en una furgoneta. Sam es un joven guapo e inteligente que, por tanto, nunca ha tenido una vida normal.
Además, ha de ocuparse de su hermano Riddle que es autista y depende de él para todo. Un día conoce a Emily, una joven que lleva una vida amable y ordenada, y que está muy unida a sus padres y a su hermano pequeño. El encuentro trastoca la vida de ambos porque se enamoran, y eso trae muchas complicaciones. Cuando los padres de Emily conocen a Sam y a su hermano se empeñan en ayudarlos a llevar una vida normal.
El padre de Sam, por el contrario, los obliga a meterse en la furgoneta y huir de nuevo, ya que no quiere que sus hijos tengan contacto con nadie. Los lleva hasta un parque natural y a punto está de matarlos con su rifle, llevado por la locura de las voces que oye y que le dictan cómo debe hacer las cosas. Pero Sam se enfrenta a su padre y los tres caen por un precipicio.
Mientras que el padre de Sam es rescatado y detenido como sospechoso de asesinato, los niños tienen que sobrevivir durante semanas en un lugar deshabitado, sin comida, ni techo, al borde de un río salvaje. Un día deciden coger un kayak abandonado y dejarse llevar por la corriente de agua del río que corre por el parque natural. Ambos están a punto de morir pero se salvan, aunque cada uno va a parar a un lugar distinto y desconoce la suerte que ha corrido el otro. Al final, y después de varias peripecias, ambos se reunirán en casa de Emily y, con el padre de los chicos encarcelado, empezarán a llevar una vida normal.