Un cuento para educar con límites positivos y descubrir el potencial infinito que hay dentro de todos nosotros
Male tiene un don, una mirada que le permite percibirlo todo de una sola vez y jugar con el infinito. Siente una conexión muy especial con las cosas que la rodean: animales, plantas, personas, montañas y mares, y su curiosidad no tiene fin.
Por eso, no entiende por qué sus vecinos viven como si solo existieran ellos en el mundo.
Ni por qué, en el colegio, los mayores se empeñan en recordarles a los pequeños lo que pueden y no pueden hacer en lugar de ayudarlos a descubrir todo lo que hay en su interior y fuera de él.
¿Qué puede hacer Male para que sus vecinos se sientan tan grandes como ella?
Cuando, un día, siente un pellizquito en la barriga, Male descubre que lo que les pasa a sus vecinos es que han olvidado que, aunque todos somos diferentes, estamos conectados, y también que, para descubrir el infinito, basta con mirarse en los ojos de los demás.