Durante el Mundial de Sudáfrica día tras día carta tras carta Martin Caparros y Juan Villoro recuperaron la pasión esencial de los hinchas: convertir el futbol en palabras.
Caparros recorría el mundo mientras Villoro veía el campeonato en su sillón de largo recorrido. Un nómada y un sedentario definían sus horas a partir de lo ocurrido en la cancha y se lo escribían en una correspondencia inverosímil. Al hablar de goles golpes contragolpes jugadas y jugadores hablaban de las extrañas casualidades y supersticiones que definen el juego y el destino.
En Ida y vuelta el autor de Boquita y el de Dios es redondo confirman que el futbol sucede para garantizar la amistad y la polémica y que las gestas que existen por un día existen para siempre.
Gracias a dos testigos de excepción las emociones que parecían fugaces se vuelven literatura. Cuando Andrei Biely y Aleksandr Blok se conocieron sellaron su amistad con una costumbre rusa: intercambiar camisas.