«¿Los colores de la vida?» «¿Quién ha escrito tal disparate?» «¿Cómo puede uno ser la mejor versión de sí mismo?» «¿Por qué uno debería ser la mejor versión de sí mismo?» «¿Por qué esa gente anda feliz todo el tiempo?» Ginger se hacía numerosas preguntas hasta que conoció a su escritora favorita. Abby le enseñó a ser positiva, o por lo menos empezar a ver el mundo de otra manera; pero no tenía el dinero, la edad, ni el permiso de sus padres para ir a conocerla. Así que, mediante foros, páginas, blogs y conociendo a gente en internet que gustaba de lo mismo que ella, abrió campo a un mundo genial. Lo malo es que cuando la computadora se apaga, tiene que subir sus calificaciones, intentar lidiar con los monos que tiene como compañeros de clase y salir ilesa en la libreta de notas mientras vive los dramas adolescentes de su mejor amiga.