Los protagonistas de este conmovedor libro son los visitantes del Cielo, seres que han fallecido y que cruzan ese umbral invisible entre el mundo espiritual y el terrenal para venir a ayudar, sanar, acompañar, aclarar dudas y darnos su amor. A partir de las experiencias de la Dra. Elsa Lucía y sus pacientes, aprendemos que los vínculos de amor persisten a pesar de la muerte y podemos seguir comunicándonos con nuestros seres queridos fallecidos.
¿Para qué abrirnos a la posibilidad de que la vida en el Cielo pueda ser real? Sin duda, para facilitar la labor de los visitantes del Cielo, y a la vez disminuir el dolor del duelo. ¿Para qué más? Muy sencillo: en algún momento, seremos nosotros quienes emprendamos el viaje. Si tenemos un conocimiento más profundo e instrucciones claras para la travesía, nuestra transición al mundo espiritual será más fácil y directa. La muerte no puede negarse, ocultarse ni deshacerse, es el evento inevitable por excelencia.
Lo que sí podemos trasformar es la huella que deja en nosotros, si aprendemos a aceptarla, a hablar de ella abiertamente, a despojarnos del miedo y a entenderla como un paso más en el proceso de aprendizaje de nuestra alma.