Monroe Stahr, omnipotente productor cinematográfico de ideas ms personales y modernas de lo que conviene a los inversores, e ilimitado amor por el cine, es, como casi todos los personajes de su autor, una criatura de rasgos ambiguos: cuando le conocemos, el muchacho judo que en su infancia dirigiera una pandilla del Bronx ha llegado a ser el monarca casi absoluto de la gran fábrica de sueños.
Pero apresado entre el fracaso amoroso, los odios que despiertan sus decisiones a veces arbitrarias y los celos de un socio que no comprende el alcance de las ideas, Stahr no hace sino consumir su vida en una actividad incesante que tal vez solo dar lugar a películas producidas por otros.
La industria cinematográfica norteamericana ha sido observada aquí desde muy cerca, estudiada con cuidadosa atención y representada con un ingenio agudo, en una combinación que no encontramos presente en ninguna de las otras novelas sobre este tema. El último magnate es, con mucho, la mejor novela que se ha escrito sobre Hollywood (Edmund Wilson).