El mundo no es seguro y la vida lo es menos. Animalitos asustadizos y temerosos, actuamos como si acabáramos de descubrir algo tan obvio. Quizás se deba a que, fascinados, hipnotizados y abducidos por los malabares de una tecnología y una ciencia sin espiritualidad ni orientación moral, hemos olvidado nuestros orígenes, nuestros ancestros, nuestra historia, plantea Sergio Sinay en las primeras páginas de este libro extraordinario.
Estamos convencidos que esta, la época que nos toca transitar, es la más incierta, la más peligrosa, la más insegura. Sin embargo, como bien nos recuerda Sinay, las primeras noticias de la Tierra nos hablan de catástrofes naturales, especies en extinción, guerras, epidemias, hambrunas. La incertidumbre es inherente a la condición humana. El miedo, una emoción tan irreprimible como útil. Sucede que la sociedad nos pide resultados y valentías por encima de la vulnerabilidad y las debilidades propias de las personas; los medios contribuyen con mensajes alarmantes; la ciencia nos promete proezas que ningún ciclo vital podría cumplir.
Atenazados por un mundo que clama por superhéroes, las respuestas son extremas: o vivimos en estado de inconsciencia (y total imprevisión) o nos encerramos rodeados de fantasmas, creyendo ver en los otros y en el afuera la verdadera amenaza. Sergio Sinay, en El riesgo de vivir, nos habla con su tono reflexivo y profundo ya conocido por sus lectores-, alejado de los lugares comunes. Nos invita a pensarnos vivos, en el sentido de explorar el tiempo que nos toca, con su finitud, y a encontrar frente a la sombra del miedo, las verdaderas luces de la existencia.