Jemma Forte vuelve a emocionarnos con El primer día del resto de mi vida, una novela llena de contrastes agridulces, capaz de conmovernos y hacernos llorar, pero también de darnos un poderoso mensaje de esperanza.
A veces ocurre que el villano se convierte en héroe.
Marianne Baker es feliz. Más o menos. Trabaja como peluquera desde hace años (casi quince, pero a quién le importa), vive con su padrastro y su madre (que la está volviendo literalmente loca) y duerme en la misma cama individual de su infancia (sí, su vida amorosa se encuentra atascada). El violín es su única y verdadera pasión, pero alguien como ella, por virtuosa que sea, no se dedicaría nunca a la música. Sin embargo, todo esto está a punto de quedar atrás.
El padre que abandonó a Marianne cuando esta era una niña se presenta una noche en el portal de su casa con un impactante secreto que cambiará su vida para siempre.
El mundo seguro y confortable de Marianne queda hecho añicos. Si su padre no es el hombre que ella creía, ¿entonces quién es? ¿Y quién es ella?
Ha llegado la hora de descubrir a la verdadera Marianne Baker.