La vida de John apenas consiste en sobrevivir en las calles de Londres, sin motivación alguna, hasta que en su camino se cruza George, un perro asustadizo del que se encariña y del que decide cuidar.
Pronto establece una estrecha y entrañable relación con el animal y John recupera la esperanza: ahora siente que tiene un motivo por el que levantarse cada mañana, e incluso ha vuelto a dibujar, un talento que creía haber perdido.
Sentados uno al lado del otro en la acera, John esboza retratos del perro y del mundo que los rodea y enseguida comprende que, milagrosamente, ha dejado de ser invisible a los ojos de los transeúntes.
Ya no es un mendigo más, ahora los curiosos se acercan y compran sus dibujos. Y es que el destino de estos dos inseparables amigos aún dará un vuelco más. Aunque John sabe que, sin George, todo esto jamás hubiera pasado.