Dos vidas: la de Flora Tristán, que pone todos sus esfuerzos en la lucha por los derechos de la mujer y de los obreros, y la de Paul Gauguin, el hombre que descubre su pasión por la pintura y abandona su existencia burguesa para viajar a Tahití en busca de un mundo sin contaminar por las convenciones. Dos concepciones del sexo: la de Flora, que sólo ve en él un instrumento de dominio masculino, y la de Gauguin, que lo considera una fuerza vital imprescindible puesta al servicio de su creatividad. Vargas Llosa revela en esta novela el nexo de unión entre dos personajes opuestos: alcanzar un paraíso donde sea posible la felicidad.