Desde los albores de la historia, el hombre no ha dejado de realizar sublimes y minuciosas investigaciones sobre su propia naturaleza. Sin embargo, por mucho que pretenda ignorar la herencia genética de su pasado evolutivo, el ser humano sigue siendo un primate.
Las audaces especulaciones de este estudio han provocado controversias entre antropólogos y psicólogos, pero invariablemente cautivan al lector corriente, ofreciéndole un nuevo método de estudio de sí mismo.