No siempre la soledad es una prisión. A veces, para algunos, es una conquista que defiende de nuevas heridas y ofensas. Solo los débiles y los pobres de espíritu tienen miedo de la soledad y se aburren solos. Yo no soy débil. Soy muy fuerte y, ahora, durísima. Por lo tanto, no tengo miedo de la soledad. Así se describe a sí misma Oriana Fallaci en una de sus muchas cartas a amigos, amantes, familiares, colegas y entrevistados.
Esta obra única reúne la correspondencia privada de la controvertida periodista con Shirley MacLaine, Ray Bradbury, Henry Kissinger, Isabella Rossellini, entre otros personajes destacados de la historia, dejando a la luz tanto la intimidad como la metodología de trabajo, con la capacidad distintiva de Fallaci de expresarse y opinar con honradez y ánimo polémico.
Más de diez años después de su muerte, sus reflexiones y confesiones nos permiten descubrir la voz más auténtica de una escritora del todo comprometida con su trabajo, incluso en sus misivas más privadas.