Cuando uno de los pintores españoles más importantes del siglo XX, Manolo Millares, deja su Canarias natal y se instala en Madrid ilusionado con los resultados de sus apuestas pictóricas y en busca de nuevas perspectivas en tierras peninsulares, no abandona la extensa correspondencia que ya mantenía con el crítico de arte Eduardo Westerdahl, a través de la cual se había empezado a forjar una importante admiración mutua.
A través de los jugosos intercambios epistolares con este último, conocedor de la obra del joven pintor desde sus inicios y poseedor de un elegante sentido del humor y una alta cultura, quedarán reflejadas las experiencias de ambos, coetáneos, colegas y en ocasiones también amigos de otros creadores como Dalí, Óscar Domínguez, Gaudí, Cela, Matisse, Giacometti, Malraux, Miró, Saura y Tàpies. De estas cartas, más de una centena, escritas entre 1950 y 1969, surge una respetuosa amistad, que despierta la confianza necesaria para discernir sobre el ambiente cultural español en plena dictadura de Franco, los viajes y el descanso, las bienales y festivales artísticos de Nueva York, São Paulo o Venecia y el proceso creativo.
Millares, con una personalidad compleja, en la que se combinan la ilusión por su trabajo y una fuerte angustia existencial, se muestra en toda su dimensión en esta correspondencia, cuidadosamente editada y comentada para completar y entender el contexto en el que fue escrita.