Corre el año 1876, y la presidencia de Nicolás Avellaneda se estremece bajo los ecos de una frustrada revolución. La crisis económica sacude al país y el encono partidario entre mitristas y alsinistas desborda los cafés y las calles de Buenos Aires.
La colonización agrícola se yergue como una promesa en los rostros de los inmigrantes que llegan en oleadas: los taños, los turcos, los gaitas y los rusos cambian la fisonomía de una ciudad que deja atrás su pasado de Gran Aldea. A ese escenario turbulento regresa Julián Zaldívary Durand, y retoma los lazos que lo unían a la clase dirigente.
Sin embargo, no es el mismo de antes. La sociedad porteña se horrorizaría si supiese lo que el soltero más codiciado del momento esconde en su propia casa. El hombre que regresa a su tierra a lamerse las heridas, como el león a su madriguera, se verá envuelto en toda clase de intrigas: políticas y de alcoba, que había jurado no volver a enamorarse.
Una mujer ilícita, una viuda intrigante, una joven desamparada y un antiguo amor ponen a prueba esa decisión. Entre los debates de los hacendados en la Sociedad Rural, la xenofobia en las pampas y los misterios del universo femenino, Julián Zaldívar, porteño nacido en cuna de oro, se enfrentará a los fantasmas de su propio pasado.
En la más intimista de todas sus novelas, la autora pinta un fresco de la Buenos Aires de las últimas décadas del siglo XIX, con todos los matices que la convirtieron en la Reina del Plata.